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Consecuencias sociales del acoso y el ciberacoso

Las consecuencias derivadas de este fenómeno varían en función de la persona a la que se refiera. La actitud de prevaricación del CYP implicado en el comportamiento de acoso, si se repite a lo largo del tiempo, tiende a convertirse en parte integrante de su personalidad. Se produce entonces un cumplimiento del estereotipo.

A corto plazo, las posibles consecuencias para los CYP implicados en el acoso están relacionadas con la manifestación de trastornos de conducta debidos a la incapacidad de respetar las normas, el deterioro o bajo rendimiento escolar y la dificultad para entablar relaciones con los demás.

A largo plazo, por otra parte, el comportamiento de los CYP implicados en el acoso puede desembocar en comportamientos antisociales y desviados, como la delincuencia, el vandalismo, el abuso de sustancias, los fracasos repetidos y el consiguiente abandono escolar, la violencia en la familia y la agresividad en el trabajo.

Se producirán otras consecuencias en el objetivo a causa de la violencia sufrida. 


Los datos del Observatorio Nacional de la Adolescencia hablan por sí solos. Entre los adolescentes que han sido objeto de ciberacoso (6,5%), el 65% dice sentirse DEPRIMIDO o triste, el 30% ha llevado a cabo CONDUCTAS AUTODEFENSIVAS, el 40% ha pensado en acabar con todo e incluso el 11% ha intentado suicidarse. 

En general, el objetivo tenderá a volverse cada vez más inseguro y ansioso hasta el punto de la depresión. Experimentará un fuerte deseo de escapar de la realidad, su autoestima caerá drásticamente y somatizará con facilidad su malestar interior, incluso físicamente. En casos graves, el sentimiento de depresión y tristeza puede llevar a intentos de suicidio. A corto plazo, las consecuencias más notables pueden referirse a síntomas físicos como dolores de estómago o de cabeza frecuentes, que se producen especialmente por la mañana antes de ir al colegio. El afectado puede percibir una dificultad para concentrarse o

aprender lo que estudia, con un evidente y consiguiente descenso del rendimiento escolar.

Los síntomas psicológicos inminentes incluyen:

  • trastornos del sueño o pesadillas

  • ataques de ansiedad o pánico

  • baja autoestima

  • devaluación de la propia identidad.

Esto también tendría repercusiones sociales, ya que el objetivo tendería a aislarse de los demás y a no tener ningún tipo de relación con sus compañeros.

Las áreas en las que se pone de relieve la angustia de los objetivos bullyingc y cyber bullying son: 

ÁREA CONDUCTUAL:

  • Autoagresión

  • Autolesiones (hacerse daño intencionadamente)

  • Resistencia a ir a la escuela hasta el punto de abandonarla

  • Suicidio

ÁREA AFECTIVO-RELACIONAL:

  • Falta de autoestima

  • Ansiedad

  • Depresión

  • Falta de confianza en los demás

  • Autoaislamiento

  • Inestabilidad emocional

  • Soledad

ÁREA SOCIAL:

  • Rechazo de los compañeros y de las actividades recreativas 

ÁREA COGNITIVA:

  • Dificultad de concentración

  • Problemas de aprendizaje

  • Descenso del rendimiento escolar 

ÁREA PSICOSOMÁTICA:

  • Insomnio

  • Pesadillas

  • Despertares nocturnos

  • Dolores de cabeza

  • Problemas digestivos

  • Mala salud

A largo plazo, sufrir violencia puede provocar la aparición de síntomas depresivos, comportamientos autodestructivos, abandono de los estudios, cerrazón y aislamiento de los demás. De hecho, las víctimas apenas son capaces de hablar de su problema con adultos o amigos: se avergüenzan porque se creen débiles, incapaces de reaccionar y, para evitar ser juzgados por los adultos, prefieren ocultar el problema y soportar el dolor en soledad. Por último, las consecuencias también pueden afectar a posibles ayudantes, simpatizantes y personas ajenas a la organización, en quienes se establece un profundo sentimiento de desconfianza hacia los demás: se dan cuenta de que cada uno piensa primero en "sus propios asuntos" y llegan a la conclusión de que siempre gana el más fuerte, aunque lo que haga esté mal.


Keaton Jones y las víctimas de acoso en la edad adulta

Definitivamente, la Red es un torbellino de información y dejarse absorber por ella es cuestión de un momento: una vez dentro del torbellino, es prácticamente imposible salir, y si una noticia se convierte en viral, es como si proyectaran tu vida en una pantalla gigante de cine mundial. Quién sabe si la madre de Keaton Jones era consciente de este efecto del uso de Internet cuando colgó un vídeo con su hijo hace unos días: en el vídeo, el chico de secundaria se quejaba hasta las lágrimas de que sus compañeros le acosaban y le aterrorizaba tener que volver a la cafetería, donde se producían la mayoría de las agresiones.

VÍDEO https://www.youtube.com/watch?v=0zZh41_WJJU


Ser objeto de acoso por parte de un CYP puede considerarse una forma de maltrato infantil, del mismo modo que ocurre con el maltrato y el abandono por parte de los padres, debido al impacto negativo en el bienestar del objeto y al riesgo de desarrollar problemas de salud mental. El alcance del acoso puede ser el de un verdadero trauma, ya que provoca cambios a largo plazo en el cerebro: aumenta la producción de hormonas del estrés, como la corticosterona, que pueden permanecer en grandes cantidades en el cerebro mucho tiempo después de la exposición al acoso. Estas hormonas se concentran en zonas del cerebro que procesan los estímulos asociados al refuerzo: esto, junto con otros factores, podría aumentar el riesgo de abuso de sustancias, como ocurre con otros tipos de estrés crónico. Leyendo noticias como ésta, uno podría pensar que el acoso escolar es un problema circunscrito a la infancia y la adolescencia. De hecho, uno no suele pararse a pensar que niños como Keaton algún día serán adultos y que todos llevamos una mochila hecha de nuestras experiencias en la vida. Las experiencias negativas, al igual que las positivas, formarán parte de nosotros para siempre y, en el caso de las víctimas de acoso, pueden suponer una pesada carga.

Lo que surge de la investigación es que los efectos del acoso son mensurables a lo largo de toda la vida, con consecuencias negativas para la salud mental, física y cognitiva, el funcionamiento social e incluso el aspecto económico. Los acosados, sobre todo los varones, muestran síntomas más graves de depresión y menor autoestima al principio de su vida adulta. También es más frecuente la ideación suicida, mientras que, en general, los adultos que han sufrido acoso informan de una menor calidad de salud y de vida. No sólo perciben menos satisfacción, sino que los antiguos objetivos no ven una mejora en el futuro. Desde el punto de vista económico, los objetivos del acoso también muestran consecuencias negativas a largo plazo: menor nivel de escolarización, desempleo, salarios más bajos. Desde el punto de vista de las relaciones sociales, hay menos probabilidades de casarse o vivir en pareja, de tener amigos con los que mantener una relación estrecha, de recibir apoyo social en caso de enfermedad.

El impacto del acoso es, por tanto, generalizado: muchas áreas de la vida de los objetivos se ven afectadas negativamente, y los efectos son notables a largo plazo. Por lo tanto, es necesario poner fin a los episodios de acoso, pero también apoyar posteriormente a las víctimas, no sólo para reducir el grado de sufrimiento psicológico (y en algunos casos físico), sino también para aumentar la probabilidad de que se conviertan en adultos con una calidad de vida comparable a la de quienes no tuvieron que soportar tal trauma. Y, por qué no, tener también un enfoque más positivo: como suele ocurrir, no es el acontecimiento negativo lo que tiene un impacto más significativo en la vida de las personas, sino el uso de la resiliencia y, por tanto, la capacidad de afrontar y superar dicho acontecimiento y convertirlo en una oportunidad de crecimiento.