CONSEJOS PARA LOS PROFESORES
La escuela es uno de los lugares más significativos en la experiencia cotidiana de los niños: la cantidad de horas que pasan en ella, la importancia de lo que allí aprenden, la calidad de las relaciones sociales que allí construyen hacen que este lugar influya en la trayectoria de crecimiento de cada niño. Desde este punto de vista, es esencial que los profesores:
● disponer de información y formación adecuadas sobre el fenómeno;
● están abiertos a la confrontación y al diálogo con los niños;
● Observar atentamente el comportamiento en clase;
● insistir en la importancia de la cooperación entre la escuela y la familia;
● imponer el respeto de las normas sin tolerar en modo alguno formas de violencia;
● preparar las actividades necesarias para dar a conocer el fenómeno también entre los jóvenes;
● poner en práctica las intervenciones necesarias para el bienestar de los destinatarios, así como del CYP implicado en el comportamiento acosador.
Uno de los principales objetivos de los profesores será también potenciar en los alumnos no sólo las habilidades cognitivas, sino también las sociales, prestando especial atención a la alfabetización emocional y al desarrollo de la conciencia empática, necesaria para entrar en relación con los demás y lograr codificar sus emociones. También tendrán que sensibilizar a los alumnos sobre el fenómeno del acoso y el ciberacoso, tratando de promover vías específicas a través de las cuales puedan transmitir la importancia del conocimiento de los mensajes verbales y no verbales, que subyacen a la comunicación cotidiana entre las personas. Debería crearse en la escuela una red de operadores, un equipo de apoyo con una persona de contacto responsable, que se encargará de lo siguiente:
❖ formar a los profesores;
❖ organizar reuniones específicas con los padres y los jóvenes, en las que también puedan tratarse cuestiones de legalidad, relación y gestión de conflictos;
❖ definir las normas que se aplicarán en el instituto, incluidas las relativas al uso de teléfonos móviles en la escuela
❖ administrar cuestionarios a alumnos y padres para evaluar su nivel de conocimiento del fenómeno;
❖ controlar y supervisar el comportamiento dentro de la escuela;
❖ ponerse en contacto con las autoridades judiciales o los servicios territoriales en caso de necesidad.
La calidad del diálogo, así como la autoridad de las figuras escolares, son elementos que pueden jugar fácilmente a favor de las acciones de protección que se emprendan en favor de los alumnos: por lo tanto, es importante que si los profesores tienen conocimiento de comportamientos o episodios de acoso, intenten ponerles freno rápidamente, ya que tales acciones, si no se atajan a corto plazo, pueden repetirse y prolongarse en el tiempo. Será necesario ser sensible y estar atento no sólo a los objetivos de este tipo de violencia, sino también a los CYP implicados en conductas de acoso, que se consideran sujetos en dificultad y de mayor riesgo. Los conflictos leves o agudos que pueden surgir entre compañeros pueden convertirse fácilmente en actos de acoso y prevaricación que se repiten y que también se llevan a cabo a través de Internet, con graves efectos amplificadores para los objetivos. Por esta razón, es importante aplicar medidas que impliquen también a los niños que no están directamente afectados, para que no se insensibilicen progresivamente al sufrimiento, se reduzca la empatía y se fomente el contagio social, animándoles a imitar el mal comportamiento del CYP implicado en la conducta de acoso.
Por lo tanto, habrá que aplicar una política escolar integrada. El objetivo es diseñar modos de intervención que tengan en cuenta:
● El grupo de iguales: desempeñan un papel clave (desde los que apoyan y ayudan al CYP implicado en conductas de acoso hasta los que defienden a los objetivos o permanecen indiferentes). Su comportamiento puede cambiar radicalmente la situación en un sentido u otro. Observando la dinámica dentro del grupo, es posible comprender con mayor precisión las situaciones conflictivas que pueden estar presentes y, en consecuencia, planificar actividades e intervenciones destinadas a frenarlas, creando así un clima más cooperativo y colaborador dentro de la clase.
● Cultura escolar: se refiere al conjunto de normas vigentes en la escuela, al clima general del aula y de la escuela. Un entorno que castiga toda forma de prevaricación y violencia tiende a influir y condicionar el comportamiento de los niños que asisten a él.
● La comunidad con sus valores: comportamientos agresivos, arrogantes, astutos y prevaricadores también puede verse alentada por determinados modelos culturales, presentes en los medios de comunicación y practicados en el entorno escolar.
● La relación educativa entre profesores y alumnos: es fundamental fomentar el diálogo con los alumnos y establecer un ambiente distendido dentro del aula que, además, puede mejorar en consecuencia el aprendizaje de los alumnos.
● La relación con las familias: establecer una relación de colaboración y confianza mutua con el único objetivo del bienestar de los niños.
En concreto, la escuela debería:
▪ Capacitar a profesores y alumnos para intervenir cuando se produzcan situaciones difíciles.
▪ Formular un sistema de normas claramente contrario a toda forma de prevaricación y violencia.
▪ Facilitar los encuentros entre profesores y padres organizando también jornadas de encuentro y debate.
▪ Organizar y promover grupos de estudio de profesores para el desarrollo de un buen clima escolar.
▪ Impartir cursos destinados a desarrollar la conciencia de los mensajes verbales y no verbales que subyacen en la comunicación cotidiana con los demás.
▪ Proporcionar a los niños espacios equipados y adecuados para el recreo y diversas actividades escolares.
▪ Compartir cualquier problema con expertos.
En concreto, el profesor debe:
● Estar abierto al diálogo: muy a menudo, los niños no tienen el valor de abrirse y contar lo que les pasa o lo que les molesta. Es esencial que perciban a los profesores como un punto de referencia, de escucha y de acogida.
● Trabajar en el conocimiento y reconocimiento de las emociones, tratando de destacar la importancia de la empatía como principal factor subyacente a las interacciones.
● Mejorar las habilidades sociales, habilidades que nos permiten comunicarnos e interactuar con otras personas, no sólo de forma directa y verbal, sino también a través de los gestos y el lenguaje corporal.
● Prestar atención a la dinámica entre los alumnos; supervisarlos durante el recreo y la hora del almuerzo.
● Fomentar un clima en el que los niños puedan confrontarse abiertamente, sin miedo a ser juzgados, en el que sea posible la resolución pacífica de los problemas y en el que se fomente la aceptación de los demás, la acogida, la cooperación y la solidaridad.
● Administración de cuestionarios dentro del grupo de clase para comprobar el conocimiento del fenómeno.
● Establecer y hacer cumplir las normas mediante aclaraciones sobre las mismas, elogios y sanciones vinculadas a ellas. Es importante no subestimar los comportamientos agresivos que se producen y no dejar que la humillación y el maltrato, en detrimento de los niños más débiles, pasen por actitudes "normales".
● Fomentar el aprendizaje cooperativo y colaborativo.
● Evitar formas exageradas y excesivas de control que intimiden a los alumnos: en su lugar, intente establecer un diálogo constructivo con ellos aplicando, cuando sea necesario, un enfoque directo, firme y decisivo que tenga como objetivo resolver los problemas.
● Evitar el uso de lenguaje violento y especialmente agresivo, infravalorar o trivializar episodios especialmente agresivos o situaciones de malestar manifestadas por los alumnos, guardar silencio o secreto sobre lo ocurrido. Conversaciones en profundidad con los CYP implicados en conductas de acoso, los objetivos y los padres de los alumnos, actividades que tienen por objeto desarrollar la asertividad, fomentar una mejora de la autoestima, potenciar la capacidad de negociación, mejorar las habilidades para hacer frente a los prejuicios, enseñar a controlar la ira y los impulsos, representan las distintas acciones posibles dirigidas al sujeto individual, que tienen como objetivo intentar cambiar el comportamiento de los alumnos afectados y frenar así el problema manifestado.