EL COMPAÑERO DE OPERACIONES
El modelo de amigo de operaciones implica la participación activa de un pequeño grupo de compañeros en la prestación de apoyo y ayuda a los demás, con tareas que van desde actividades prácticas de organización hasta intervenciones como apoyo emocional, escucha activa y asesoramiento.
En concreto, las tareas de esta figura son:
1. organizar juegos u otras actividades para los compañeros más solitarios durante las pausas de la actividad docente
2. ayudar a estudiar o a hacer los deberes a los compañeros con mayores dificultades de rendimiento
3. estar dispuesto a ayudar y escuchar a los que tienen un problema
4. estar al lado de compañeros que son rechazados, aislados o atacados por otros
5. estar emocionalmente cerca de los compañeros que atraviesan un momento particular o difícil en sus vidas.
Pasos para la realización de la intervención
Intervención preliminar en el aula
Esta primera fase sirve para preparar el terreno del proyecto tanto dentro de la clase en relación con otras clases, profesores y padres. Es necesario activar en clase vías de profundización basadas en estímulos culturales o de actualidad.
Puede ser útil dar a conocer la experiencia eligiendo un logotipo y un eslogan para el proyecto, con el fin de promover la visibilidad hacia la escuela.
Actividades preparatorias para la selección de asesores
La segunda fase consiste en la selección de los niños que pasarán a desempeñar la tarea de amigo asesor. Se invita a los jóvenes a designar a aquellos que presenten características de servicialidad, altruismo, confianza, capacidad de escucha y mediación. Para guiar a los jóvenes en su elección, se planifican actividades preliminares: Círculo de ayuda, Compartir, Establecer una relación de ayuda. La elección final de los compañeros de operaciones se hará de forma equilibrada entre los resultados de las indicaciones de clase, las auto nominaciones de los propios niños y la evaluación de los profesores.
Formación comunicativa-relacional para compañeros de operaciones
Los niños seleccionados (normalmente 3-4) participan en una formación dirigida por un supervisor durante al menos 5-8 horas, posiblemente concentradas en uno o como máximo dos días y fuera de las instalaciones escolares.
Los objetivos que la formación pretende alcanzar son:
- Desarrollar la capacidad de escucha
- Adoptar una posición correcta para comunicar disponibilidad y atención
- Fomentar la comunicación en los solicitantes de ayuda mediante preguntas abiertas
- Comprender las emociones y las señales no verbales del otro
- Utilizar un enfoque de resolución de problemas para ayudar al compañero con dificultades.
Intervención en el aula
El inicio de la actividad de los compañeros de operaciones es un momento muy delicado: por eso es importante que haya un momento en el que los propios compañeros de operaciones comuniquen sus experiencias durante la formación y planifiquen junto con sus compañeros un programa de intervención para la clase, haciendo hincapié en que los compañeros de operaciones tienen un papel especial, pero están al servicio de los demás y del grupo de clase. Si se identifican necesidades específicas para determinados alumnos, es importante que el profesor se reúna individualmente con los alumnos destinatarios para confirmar su consentimiento.
Durante la fase de intervención, los compañeros de operaciones tienen al supervisor como persona de contacto, cuya tarea es ofrecerles oportunidades de reflexión y guiarlos cuando se enfrentan a situaciones difíciles, pero también definir los límites de sus actividades.
El traspaso
El proyecto tiene una estructura piramidal e implica cada vez a más alumnos. Conviene, por tanto, ir rotando a los alumnos con tareas de compañeros de operaciones hasta que toda la clase esté implicada.
La mediación entre iguales consiste en un método estructurado de gestión y resolución de dificultades interpersonales con la ayuda de un grupo de compañeros mediadores, que suelen trabajar en parejas.
Es un modelo que resulta apropiado en la resolución de conflictos, especialmente cuando se trata de resolver casos difíciles y persistentes. Dado que el concepto de conflicto es fundamental para la comprensión de este modelo, tratemos ahora de profundizar en él. El conflicto es un hecho inherente a la interacción humana, ya que es inevitable enfrentarse a opiniones, deseos e intereses diferentes. A menudo se cree que la consecuencia natural del conflicto es la agresividad y el empeoramiento de las relaciones.
En realidad, esta conclusión no es tan obvia, ya que la resolución de conflictos puede ser negativa y destructiva, pero también positiva, es decir, consistir en una oportunidad para aprender más sobre uno mismo y los demás. En particular, el resultado positivo es consecuencia de la capacidad de modificar el conflicto de manera que permita la evolución y transformación de las relaciones entre las partes, posibilitando un mayor acercamiento y respeto mutuo.
Esta forma de abordar los conflictos requiere la adquisición de habilidades y competencias específicas, una de las cuales es precisamente la mediación. "La mediación es un método de resolución de conflictos en el que las dos partes recurren voluntariamente a una tercera persona imparcial, el mediador, para llegar a un acuerdo satisfactorio”.
La mediación se basa en la cooperación, ya que promueve la búsqueda de una solución de la que ambas partes, y no sólo una de ellas, puedan beneficiarse. Para que el proceso de mediación sea posible, las partes deben estar motivadas y, en consecuencia, cooperar con el mediador para resolver el conflicto.
La facilidad para hacer respetar el acuerdo depende de la posibilidad de que la propuesta surja de los propios interlocutores y no venga impuesta desde fuera, quizá como castigo. Esto implica que las normas no sólo surgen de una autoridad dominante, sino que pueden acordarse de común acuerdo entre dos personas, que se hacen así protagonistas y responsables de su creación y cumplimiento.
El proceso de mediación se desarrolla en varias etapas, en primer lugar está el momento previo, en el que los dos mediadores se reúnen con las partes por separado para determinar si la mediación es la forma más adecuada de resolver el conflicto. Es decir, las partes deben expresar su voluntad de resolver el problema con la intervención del mediador y de cooperar en el proceso. También es el momento de ayudar a las partes a descargar las emociones relacionadas con el conflicto, de modo que puedan acudir a la mediación con menos carga emocional y más abiertos el uno hacia el otro.
Tras las reuniones individuales, se predefine una fecha de reunión en la que estarán presentes los dos mediadores y las dos partes interesadas, se les explica cómo proceder en un sistema de mediación y, a continuación, se les invita a expresar por turnos su punto de vista sobre el incidente, ayudándoles a expresar también las emociones que han experimentado de una manera evidentemente no agresiva.
Los mediadores deben formular preguntas para profundizar o dar cuerpo a los aspectos que no estén claros. Al hacerlo, deben recordar que hasta ese momento ambas partes están convencidas de que tienen razón. Después, se pide a las partes que piensen en una posible solución. En esta fase será importante discutir y evaluar cada propuesta. Si el problema es complejo, es mejor empezar por los puntos más sencillos, para dar la impresión de que se está avanzando gracias a la colaboración.
Es una forma de fomentar la disminución de la hostilidad y llegar así a tratar los puntos más conflictivos con una actitud más cooperativa.
Una vez decidido cuál de las propuestas es la más factible y satisfactoria para ambas partes, se redacta un acuerdo al que ambas partes se comprometen.
Dada la buena capacidad de comunicación y de escucha activa que requiere este enfoque, su uso se recomienda especialmente entre niños de secundaria, mientras que es más difícil de aplicar en contextos en los que la edad de los niños es más temprana.